Por: Daniel Zamorano Vargas
Ex Gobernador de Los Andes
Vocero Movimiento todos y todas por Aconcagua.
Kinesiólogo, Diplomado en Gestión Pública para el
Desarrollo Territorial y en Liderazgo Social.
Magister (c) en Desarrollo Humano FLACSO Argentina
La pandemia del coronavirus es un peligro real para todos los habitantes de Chile, por ende, el escenario ideal para enfrentarla sería el de una férrea unidad nacional con un gobierno y actores políticos, económicos y sociales a la altura de los desafíos. Lamentablemente esta no es la situación actual del país, por lo que es necesario encontrar con urgencia las causas que generan este negativo escenario para tomar medidas tendientes a modificarlas.
Una primera dificultad para destacar es la complejidad de lograr unidad en un país en el que durante décadas se ha instalado el individualismo por sobre las lógicas colectivas en línea de los postulados del modelo neoliberal. A esto se suma la contradicción evidente que genera en la ciudadanía que quienes hacen estos llamados a la responsabilidad ciudadana sean precisamente los ideólogos de esta lógica individual y los principales defensores de posicionar la propiedad individual, y no la colectiva, por sobre el bien común.
También llama la atención que la autoridad muestre sorpresa ante las dificultades o reticencias de aplicación de las medidas preventivas que difunde en la población cuando esto es a causa del modelo educativo individualista que ellos postulan. Pedir de un día para otro cambios a personas educadas bajo modelos centrados en la acumulación de conocimientos y no en la transmisión de valores, como lo comunitario, es impracticable.
Estas paradojas generan que se debilite aún más la autoridad de un gobierno que cuenta con bajo respaldo ciudadano y que, como demuestran diversos estudios de opinión, también tiene baja credibilidad. Esta realidad es entendible, dado que es difícil creerle a una autoridad que ha mentido a la opinión pública en reiteradas ocasiones (solo recordar el caso de los ventiladores provenientes de China) y que además es errática comunicacionalmente, como se aprecia cuando un día llama a flexibilizar las medidas de cuarentena y otro a endurecerlas o cuando plantea hace meses una meseta epidemiológica que nunca existió.
Otro problema para el gobierno es que la ciudadanía lo vincula con los grandes poderes empresariales, por lo que los errores que estos cometen, como cuando tienen el poco tino de pedir a la población que se quede en sus casas y que haga esfuerzos de austeridad mientras ellos mantienen sus ganancias en base al despido de trabajadores y se saltan las cuarentenas viajando en sus helicópteros, terminan dañando al gobierno. Además, esta vinculación se potencia cuando ambos llaman a cuidar la economía por sobre el cuidado de la vida, olvidando que la economía esta al servicio de la población y no al revés.
En conclusión, si de verdad el gobierno y la élite político empresarial chilena quiere construir unidad, debe realizar acciones concretas que la muestren realmente interesada en el colectivo y que estén en línea con la nueva ciudadanía surgida tras el estallido social del 18 de octubre. Hoy hay nuevas formas de comunicarse y construir democracia, hoy ya no basta con los llamados desde falsos pedestales de superioridad, hoy la gente quiere otro tipo de autoridad que predique con el ejemplo y que se gane el respeto con esto. Si se hacen estos cambios, recién ahí, habrá posibilidad de generar unidad nacional frente a la pandemia.
