Por: María Florencia Iriarte, directora Programa Diploma en Habilidades Laborales,Universidad Andrés Bello
La Inclusión en la educación superior de jóvenes en situación de discapacidad es un desafío que muchas universidades están enfrentando en la actualidad. Se han implementado Unidades Inclusivas, cursos de preparación para funcionarios y docentes, proyectos que apuntan a otorgar los apoyos necesarios para que los jóvenes estudien en las mismas condiciones que el resto de sus compañeros, como así también las políticas del Estado han generado medidas para apoyar con recursos la experiencia universitaria de jóvenes con discapacidad sensorial o motora.
Resulta fundamental que los esfuerzos permitan que el alumno acceda e ingrese a una carrera determinada pero también participe, permanezca y progrese en los aprendizajes, egresando de su casa de estudios con posibilidades reales de hacer un aporte en el mundo del trabajo. Aún existen escasas alternativas de formación en la Educación Superior destinadas a jóvenes con discapacidad intelectual, desafío que hemos tomado un número muy reducido de instituciones a nivel nacional. Sin embargo, la real inclusión social y laboral de estos estudiantes no recae solamente en los planteles, sino en una sociedad que requiere de una actitud positiva hacia la diversidad, valorando el aporte que todos pueden realizar.