Urgueteando nuestros orígenes

Urgueteando nuestros orígenes

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Por: Eugenio Astudillo Leal

En la época precolombina nuestro sector alrededor del actual río Aconcagua, era habitado por los Picunches, que poblaban hasta el río Bío Bío por el Sur. Nuestra futura ciudad entonces estaba ubicada en un lugar que se llamaba Concumicahua, que era el nombre originario de lo que ahora conocemos por Aconcagua, y tenía como regente a un cacique muy especial llamado Michimalonco que primero combatió heroicamente contra Pedro de Valdivia, pero cuando cayó prisionero de él, le pasó datos y más de 1.000 hombres al Conquistador de Chile, para que explotara una Mina de Oro en Marga Marga, para sus gastos. Pero, cuando este jefe español fue a Santiago a controlar una pequeña sublevación que logró abortar en esa ciudad, el cacique aprovechó la ocasión y asaltó un astillero español en la localidad de Concón, con lo cual preparó buena parte de la sublevación final que arrasó a nuestra actual Capital Nacional el día 11 de Septiembre de 1541. Curioso el estilo leal de estos jefes de entonces, sobre todo que, tiempo después el Capitán General Valdivia le entregó la propiedad de estas tierras de Aconcagua, al Obispo de Santiago, don Rodrigo González Marmolejo, a quien le costó mucho administrar y dominar al jefe Michimalonco, por lo cual, el Gobernador en el año 1552 puso a un soldado llamado Francisco de Riveros, que pronto incentivó y logró que los pobladores trabajaran la tierra, y se comenzara a tranquilizar la situación.

Tiempo después, poco antes del año 1.600 se crea el Corregimiento de Aconcagua, el que junto con Quillota alcanzan un buen desarrollo agrícola y ganadero en el valle, lo que favorece la creación de la ruta cordillerana, que mantiene ese objetivo hasta el día de hoy, potenciada par los negocios y comercio por la creación de la localidad de Curimón el año 1660. Más tarde en el 1.740 se funda la ciudad de San Felipe y le toca a Los Andes en el año 1791.

Ya sabemos que don Ambrosio O’Higgins en el 1788 ya tenía la idea de crear un proyecto de poblado que atendiera mejor al viajero y sus intereses en ese sector, para lo cual recorrió esos lugares, llegando a Curimón, en donde le recomendaron entre el párroco y algunos vecinos, que lo hiciera a los pies del Cerro Quicalcura, en donde actualmente ya está instalada desde hace 229 años nuestra hermosa ciudad de Los Andes.

Y desde entonces estamos aquí. Con terremotos, nevazones, crecidas de río, sequias, revoluciones, epidemias, dictaduras, gobiernos populares, autoritarios, caciques antiguos y también modernos, políticos eternos, cajas de ayudas que no llegan, ahora con pandemia, con cuarentena, y con devolución del 10 % de AFP, pero así y todo, aún estamos.

Este no ha pretendido ser una clase de historia, sino que un recuerdo pequeño de que hemos recorrido hasta aquí. Con varias cosas a favor y también en contra. No he narrado nada desde la fundación de Los Andes en adelante, porque sería muy largo y odioso, pero en un análisis rápido y comparativo de cómo estamos con ciudades similares fundadas en tiempo parecidos y crecimientos similares, la nuestra está en buena posición, en todo orden, lo que es brillante, a pesar de que aún tenemos algunos concejales que hicieron “olla común” con Michimalonco después del terremoto de la zona del 2 de Marzo del año 1561. Así y todo aún tenemos la esperanza de que no retiren el 10% de la AFP, para que puedan pensionarse luego.

Como término de crónica, en medio de una complicada pandemia con todos los problemas que nos ha acarreado como chilenos de estos barrios, entreguémonos como amantes andinos, un sentido y gran saludo positivo, de esperanza y fe, a todas nuestra autoridades locales, y la esperanza de que pronto; Dios mediante, todo esto pronto pasará, y volveremos a ser parte, sin restricciones y sin medidas preventivas, de una tranquila, ordenada, y bella ciudad: LOS ANDES

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