Reviviendo el dolor y destacando la integridad de ex prisioneras políticas y de los militantes ejecutados a pasos de la entrada de la cárcel de San Felipe, representantes de la Universidad de Valparaíso, del Museo de la Memoria, del Servicio de Salud y el Gobernador de San Felipe, se comprometieron a apoyar actividades reparatorias por violaciones a los derechos humanos en el valle de Aconcagua.
Luego de acompañar a ex prisioneras políticas detenidas en la ex cárcel de mujeres de San Felipe y de conocer el sitio exacto donde una patrulla militar a cargo del general (r) Héctor Orozco asesinó al militante socialista Rigoberto Achú Liendo y al entonces director del Servicio de Salud Aconcagua, Dr Absalón Wegner Millar, la directora del Servicio de Salud Aconcagua Dra. Vilma Olave y el gobernador Eduardo León, reiteraron su compromiso de seguir trabajando con los usuarios PRAIS para que junto al Museo de la Memoria y al Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso se realicen actos reparatorios que, al menos en parte, alivien el daño causado por el Estado chileno.
A pesar de revivir situaciones dolorosas, tanto las ex prisioneras, como los ex presos políticos que compartieron los últimos días con Absalón Wegner y Rigoberto Achú, tuvieron la entereza de describir hechos que recuerdan y que hasta ahora no habían sido compartidos en ningún acto público, además de destacar la amistad e integridad del médico y del militante socialista ejecutados un jueves 13 de diciembre de 1973.
En el recorrido, con serenidad fueron recordando y relatando los tratos que sufrieron en los centros de interrogatorios. “Era un sufrimiento cada vez que nos trasladaban a los centros de interrogatorios. Allí nos maltrataban, nos golpeaban, nos violaban. Por eso que a este sitio, a esta ex cárcel, donde actualmente se ubica el Colegio y el Centro Cultural del Buen Pastor, nosotras le llamamos un centro por la paz, porque aquí, a pesar de que éramos presas políticas nos cuidaban, nos protegían, nos dejaban tranquilas. Era donde una encontraba la quietud, la tranquilidad y el amparo que tanto se necesitaba después del tormento a la que éramos sometidas”, describió una de las ex presas políticas.
En las afueras de la ex cárcel de San Felipe, Edison González Rocco, ex gendarme que se desempeñaba en esa unidad penal y testigo clave, junto con indicar el lugar exacto donde se encontraban los cuerpos acribillados, de relatar en detalle lo vivido y los daños psicológicos sufridos él y su familia, agradeció la oportunidad que los familiares y la gente le daban: “Yo les agradezco a los familiares, a la gente que proporcionó esta ocasión de poder colaborar con un granito de arena. Todo sirve. Mancomunando unos con otros se logró algo por lo menos”, refiriéndose a los años de cárcel a que fueron condenados los responsables.
Por su parte, Manuel Silva, ex preso político que compartió prisión días antes de ser asesinado el médico Absalón Wegner y Rigoberto Achú, junto con dar detalles de esos días y horas antes de ser trasladados y ejecutados, rindió un sentido homenaje a ambas personas destacando su generosidad, entrega y compromiso social que ambos sostuvieron hasta el final de sus vidas.
Para Sonia Fernández Ibaceta, ex presa política, esta actividad representó “un reencuentro con la historia no escrita, a pesar de que hay muchos documentos, pero nuestra historia como mujer luchadora, defensora del gobierno de la Unidad Popular, esa historia no ha sido escrita. Ha sido conmovedor. Pero esto, rodeado de compañeros, autoridades, y ver que en el futuro algo se va a remediar da más fuerza, más entereza para seguir luchando y luchando hasta vencer.”
Asimismo, María Luisa Ortíz, jefa del Area de Colecciones e Investigación del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, calificó como “absolutamente necesario hacer este tipo de recorrido, recoger los testimonios, transmitir la memoria, por dos cosas fundamentales, primero porque las violaciones de los derechos humanos ocurrieron en todas partes del país. En todas partes del país hubo personas que fueron violentadas en sus derechos fundamentales, pero también, en todas partes del país hubo solidaridad, resistencia, hubo valentía y me parece que todo eso es lo que hemos escuchado en este recorrido. Requiere un enorme valor el rememorar los hechos, pero también, tiene un enorme valor para dignificar la propia experiencia y para que esa experiencia sea transmitida especialmente a los jóvenes, que son los que tienen que construir un país distinto.”
“Nuestra tarea -continuó la profesional- como Museo es justamente esa, hacer visible lo que ha permanecido invisible. Escuchábamos que la cárcel del Buen Pastor no era un lugar conocido donde habían estado las prisioneras políticas, ni siquiera para los más cercanos, los que deberían haberlo conocido. ¿Qué pasa con el resto de la ciudadanía, qué pasa con esa escuela qué funciona ahí hoy en día, saben lo que ahí paso, por qué esas mujeres estuvieron prisioneras? Porque la historia de lo que ocurrió en este país viene también de antes del mismo 11. Esa es nuestra tarea como Museo, el recoger esta experiencia, en transmitirla y que sea una enseñanza para que podamos reflexionar sobre lo que pasó en este país y realmente podamos construir un país distinto, en que la dignidad de las personas sea respetada en cualquiera circunstancias, sea del pensamiento que sea.”
Finalmente, el gobernador Eduardo León, señaló que celebraba “este convenio entre el Servicio de Salud, el Museo de la Memoria y la Universidad de Valparaíso. Nos va a permitir a los sanfelipeños, a los aconcagüinos formalizar una historia que quizás muchos escuchamos pero que no está escrita. Para ser un país mejor debemos respetarnos como somos, con nuestros aciertos, nuestros éxitos, pero también con nuestras heridas y cicatrices. Hay momentos dolorosos en nuestro Valle que tienen que ser contados. Parte de la sanación tiene que ver con dar un testimonio y nosotros saber escuchar.”