“Pude volver a tener una vida normal”, expresó agradecida Oriana Escalona».
Sumamente agradecida se encuentra la vecina Oriana Escalona, de la localidad de Río Blanco en la comuna de Los Andes, al haber sido una de las beneficiarias del programa del Ministerio de Salud implementado este año en el Hospital San Camilo de San Felipe y a través del cual se sometió a un tratamiento que le permitió aminorar un tic nervioso ocular.
Lo anterior corresponde a una distonía muscular, que es un trastorno que provocan contracciones involuntarias de los músculos y causan movimientos repetitivos, lo que popularmente se conoce como tics nerviosos, los cuales pueden ser verdaderas pesadillas para quienes los padecen al no poder controlarlos, generando problemas de autoestima, aislamiento social y también dolor permanente.
Esto es justamente lo que le sucedía a la paciente y quien producto de una parálisis facial quedó con un tic en el ojo, el cual se le cerraba sin control alguno provocándole dolor, angustia, incomodidad y vergüenza.
“El ojo se me cerraba solo y no podía contener la cara tranquila, me latía y me afectaba porque no podía conversar con una persona ni mirarla a los ojos, me dolía mucho, se me cerraba a cada rato y no podía detener el movimiento”, asegura sobre este triste período de su vida.
Esos días con baja autoestima quedaron atrás, todo gracias a que su neurólogo en el Hospital San Camilo, el doctor Arturo Martínez, la incluyó en un nuevo programa que comenzaron junto al equipo de Fisiatría del mismo recinto y que busca acabar con estas patologías gracias a la aplicación de botox, que permite aplacar el movimiento involuntario de los nervios.
“Este programa consiste en el tratamiento con toxina botulínica para los pacientes que presentan alguna distonía focal, es decir, movimientos involuntarios en distintas partes del cuerpo. Específicamente nosotros estamos tratando los de cara y cuello y ya tenemos más de 14 pacientes infiltrados. Lo positivo, además, es que el programa es permanente, tomando en cuenta que esta patología es crónica y no tiene cura definitiva, por lo cual debemos inyectarlos cada tres meses”, destacó la médico fisiatra a cargo de los procedimientos, Doctora Rina Carvallo.
Y vaya que dan resultado, por cuanto la señora Oriana notó mejorías evidentes a los dos días. “Me cambió la vida, ahora tengo personalidad para conversar con una persona, antes me daba vergüenza, pero ya no. Con este programa pude volver a tener una vida normal gracias a que aquí me han atendido muy bien, por eso estoy muy agradecida de este equipo y de este programa”, resaltó.
Hasta ahora no existe una cura para la distonía, pero el equipo hospitalario ya tiene el tratamiento para mejorar considerablemente la calidad de vida de los pacientes del Valle del Aconcagua de manera prolongada en el tiempo, devolviendo la alegría a quienes de forma involuntaria la habían extraviado producto de un simple, pero agobiante tic.