Por: Octavio Arellano Z., Concejal y ex Alcalde de Los Andes
En una sociedad cada vez más globalizada, el Patrimonio surge como un factor de integración y unidad de una comunidad, que la diferencia de otras y la identifica a quienes forman parte de ella en sus diversas dimensiones. Es por ello que hablamos de patrimonio material e inmaterial, de patrimonio natural, de patrimonio arquitectónico, de patrimonio gastronómico, de patrimonio social o industrial. Cada vez ha adquirido más fuerza la idea de que el Patrimonio es un acervo que nos pertenece a todos, siendo un bien valorable, que es necesario no sólo difundir sino que también es preciso proteger y preservar para que permanezca en el tiempo.
De ahí la importancia de resaltar en esta fecha y ojalá todo el año, el trabajo que realizan en esta materia los investigadores, los historiadores, los docentes, los artistas, los dirigentes sociales y las autoridades, y por supuesto la propia comunidad, en la creación de mayor conciencia de nuestro deber de difundir y proteger el patrimonio.
Sin embargo, hay atisbos de conductas que se han convertido en una grave amenaza al patrimonio y que nos atrevemos a señalar:
a) La especulación inmobiliaria y el interés de lucro que amenaza nuestras ciudades y barrios.
b) La falta de información y protección de los monumentos y sitios arqueológicos que son dañados por quienes se quieren apropiar de un legado que nos pertenece a todos.
c) La negación del acceso para disfrutar de la belleza natural de nuestras montañas, parques naturales, lagunas y ríos
d) El olvido en que han caído tantos personajes populares, y vecinos, cuyo nombre está en el olvido y no son recordados en ninguna calle o pasaje de la ciudad.
e) La falta de normas legales, tanto nacionales como municipales, que identifiquen con claridad los viene materiales e inmateriales y los protejan ante los actos vandálicos.
f) El no respeto a los muros de la ciudad, que se usa para rayados y a los grafitis carentes de arte y que sólo reflejan soledad y anonimato.
g) La restricción y la censura para que en los espacios públicos se expresen libremente los artistas, los artesanos, los creadores, los escritores.
h) El olvido de nuestras tradiciones, fiestas religiosas, efemérides, celebraciones barriales y conmemoraciones locales.
Afortunadamente en Los Andes han surgido valiosas iniciativas de instituciones que han abierto espacio a la reflexión cultural, especialmente de nuevas generaciones de profesionales que se han atrevido a levantar las banderas de la defensa del Patrimonio, la Cultura y el Medio Ambiente. Solo ello le dará sentido a la pronta adquisición de la casa que habitó la Premio Nobel Gabriela Mistral, a la revalorización de nuestras avenidas, a la necesidad de crear el Museo del Ferrocarril Transandino, de mejorar las instalaciones del Museo Arqueológico y de dotar a la ciudad de un Pan Regulador que amplíe la protección a nuevos inmuebles y áreas con valor patrimonial. Por ello, para los andinos, no solo este 25 y 26 de mayo debemos celebrar nuestro el Patrimonio Cultural, sino que debe estar viva nuestra preocupación por su protección y difusión durante todos los días del año.