Sandra Bravo
Jefe de Estudios Centro de Políticas Publicas
Universidad Andrés Bello
En una perspectiva de largo plazo, Chile ha destacado por su proceso de consolidación democrática. Sin embargo, los bajos niveles de participación en las elecciones evidencian el escaso interés por parte de la ciudadanía en la política partidista. Cuestión de gran relevancia, pues una mayor participación es una condición importante y necesaria para la estabilidad y legitimidad institucional. Ya en el pasado, cuando se discutió la pertinencia del voto voluntario, fueron la baja participación y el exiguo número de jóvenes inscritos en los registros electorales, las dos grandes razones que motivaron la reforma constitucional del 2012. Por lo que, con o sin voto voluntario es necesario, por parte de las instituciones democráticas, los partidos y los candidatos, un trabajo más activo, para persuadir a los ciudadanos para que acudan a las urnas y fortalecer con ello la participación en la política del país. Ahora bien, en momentos en que se discute la permanencia del voto voluntario, resulta interesante conocer algunos de los argumentos a favor y en contra. De una parte, está el reconocimiento del voto como un derecho, por lo que la forma jurídica que mejor se adecúa a dicha naturaleza es la del régimen voluntario de sufragio. No obstante, posiciones más conservadoras, señalan que de esta forma se induce a la “privatización” de una ciudadanía que no entiende que la participación política es un tema también de responsabilidad hacia la comunidad. Un segundo punto es que, aun cuando puede haber un incremento en la participación electoral, el voto obligatorio tiene como posible desventaja un aumento de los votos nulos y blancos, profundizando los problemas de representatividad y legitimidad. Tercero, la obligatoriedad le otorga cierta estabilidad al padrón electoral, lo que puede considerarse como una virtud desde la perspectiva de la predictibilidad de los resultados electorales. Pero y aunque no es del todo claro el aporte del voto voluntario en la desaparición de actores consolidados, las elecciones más recientes posibilitaron el surgimiento de nuevos actores con temáticas y reivindicaciones sociales que le dieron un nuevo aire a la política. Un cuarto punto es que siempre habrá una parte del electorado que no quiera sentirse obligado a votar, por lo que se requerirá una estructura que permita que la inscripción sea igualmente voluntaria y no está claro que la reforma que se discute actualmente en el Congreso haya considerado este aspecto. Para finalizar, es importante entender que para revertir los altos niveles de abstención se requiere mucho más que la reposición del voto obligatorio. Temas como la rendición de cuentas o una mayor transparencia en los partidos, entre otros, son indispensables de abordar para mejorar la percepción que la ciudadanía tiene de la política y lograr una participación efectiva.