Domingo 3 de Septiembre de 2017
Jeremías 20, 7-9 ; Romanos 12,1-2 ; Mateo 16, 21-27
Por: El Peregrino
El Evangelio resulta siempre sorprendente. Jeremías en varios textos hace su revelación a Dios porque su vocación le ha traído sólo disgustos y persecuciones, porque no sólo denuncia sino que también anuncia. Denuncia todo aquello que no va de acuerdo con las leyes de Dios. Sus palabras se hacen odiosas al pueblo y, sobre todo, a la clase dirigente.
Eso también ocurre hoy. Nos cuesta el anuncio del Reino de Dios y su mensaje, y la Palabra de Dios se diluye en medio de muchos otros mensajes que se proclaman a diario y que llaman la atención del auditorio.
En la segunda lectura Pablo ofrece exhortaciones más concretas sobre cómo han de vivir los cristianos.
Y entramos de lleno en el evangelio que es prolongación del pasaje del domingo pasado. Hoy cuando Jesús anuncia por primera vez que va a Jerusalén a padecer y que allí va a ser entregado a la muerte y resucitará al tercer día, se encuentra con la reacción, de buena fe pero exagerada, de Pedro que quiere impedir incluso la mención de un proceso inmediato. Jesús responde pero no con una alabanza, sino con palabras muy duras que salieron de su boca “apártate de mí Satanás, tú piensas como los hombres no como Dios”. Si antes era “piedra constructiva”, ahora le dice que es “piedra de tropiezo”
Y proclama con fuerza que si quieren ser sus discípulos, deben tomar su cruz y seguirle.
Aquí está la clave ¿cómo ser discípulo en un mundo de cambios? Ello se va profundizando en la medida que los discípulos se van adentrando en la relación con el maestro y su mensaje. Por tanto, el seguimiento de Cristo, Muerte y Resurrección, requieren el coraje del discípulo todos los días y en todas las circunstancias que les toque afrontar.
Nos damos cuenta que ser discípulo es algo dinámico, en permanente movimiento de espacio pero también en el interior de la vida personal y comunitaria. Hoy debemos vivir y practicar un discipulado que este fuera de los templos en medio de los lugares por donde transitan los hombres con todas sus historias de sufrimientos, gozos y esperanzas.